Los cuadernos de Velintonia

José Luis Cano (1911-1999) fue relatando en varios cuadernos y a lo largo de los años —desde 1951 hasta 1984— no sólo las numerosas conversaciones que mantuvo con Vicente Aleixandre, sino los hechos y momentos más significativos de la historia intelectual, literaria y política de la España de aquellos tiempos.

De Los cuadernos de Velintonia se publicaron dos ediciones. La primera en Seix Barral, en 1986. La segunda corrió a cargo de Alejandro Sanz, presidente de la AAVA, en 2002, y la editó la Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano, en Algeciras. En esta última se incluyeron nuevos textos y un valioso apéndice fotográfico.

Reproducimos a continuación la "Nota previa" de José Luis Cano para este libro:

Debo advertir al posible lector de estos Cuadernos de Velintonia que no he pretendido con ellos escribir un diario ni unas memorias. Se trata sólo de unas apuntaciones tomadas la mayoría de ellas de mis charlas con Vicente Aleixandre en su casa de Velintonia 3, a lo largo de más de treinta años, casi toda una vida de amistad. Mi primer encuentro con el poeta fue en febrero de 1929, en Málaga, con ocasión de una visita de Aleixandre a la ciudad para conocer a sus amigos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, que el año anterior le habían publicado su primer libro, Ámbito. Yo era entonces un estudiante de diecisiete años que ya hacía versos —malos versos— a la sombra benigna de Emilio Prados. Pero aquel encuentro de 1929 fue fugaz, apenas un intercambio de frases en la calle Larios, donde Emilio nos presentó. No volví a ver a Aleixandre hasta 1931, año en que me trasladé a Madrid para seguir estudios universitarios. Le llamé entonces por teléfono, recordándole nuestro raudo encuentro malagueño, y recuerdo que me dijo: “Aquello no cuenta. Tiene usted que venir a verme”. Y acto seguido me dio todo género de detalles para que yo pudiera encontrar su casa de la calle Velintonia, en el parque Metropolitano, cercano a la Ciudad Universitaria. Pronto comenzaron mis visitas al poeta, y en aquella casa conocí a García Lorca, a Cernuda, a Miguel Hernández, a Neruda. Pero fue después de la guerra, a partir del verano del 39, cuando nuestra amistad se hizo más íntima y mis visitas a Velintonia más frecuentes. Hacia 1951 comencé a tomar notas de mis conversaciones con el poeta, completándolas a veces con otras que tenían que ver con los azares —literarios, sociales, políticos— de aquellos años difíciles y oscuros. Otro lugar de encuentro en Madrid con el autor de Sombra del Paraíso fue el café Lyon de la calle de Alcalá frente a Correos, donde cada jueves, durante muchos años, teníamos una tertulia a la que asistían, además de Vicente, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Muñoz Rojas, Bousoño y Carlos Rodríguez Spiteri. Algunas de las páginas de estos Cuadernos recogen charlas y discusiones de aquella ya lejana tertulia.

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